En la actualidad existen muchos niños que sufren de bullying infantil y, por ello es muy importante hacer conscientes a maestros, profesores, padres y, familiares y amigos que convivan con el niño en su vida cotidiana, para estar atentos a las señales que puedan indicar que está sufriendo de maltrato entre sus compañeros.

Cuando definimos que es el bullying infantil, es el término que hace referencia al acoso o maltrato escolar que se puede manifestar de gran diversidad de formas: agresiones físicas y verbal, le gastan bromas crueles, rompen y le sustraen sus materiales  y, cada vez de forma más extendida el realizado por internet que se produce durante un tiempo prolongado y de manera reiterada, hacia un niño, por parte de uno o varios compañeros de edades similares, con el mero objeto de someterlo, abusar de él o intimidarlo; por la simple satisfacción de los acosadores o acosador. Suele producirse, de forma general, en la escuela y en el patio y, de manera particular en el aula, afectando a niños y niñas de todas las edades, aunque entre los 12 y los 15 años, son las edades más prevalentes, pudiendo llevar a la exclusión social de quien lo padece. Además lo frecuente es que el acoso comience de diversas y sutiles maneras, como burlas que se tornar sistemáticas y, que pueden llegar a agresiones o golpes físicos, acompañado de la complicidad, aislamiento y complicidad de los demás compañeros. Por tanto, no debemos confundirlo con una disputa o pelea aislada entre los chicos, sino que es un hecho totalmente distinto y, sobre todo más complicado de abordar.

Por otra parte, detectar los casos de bullying infantil puede ser complejo y difícil de manejar,  porque pueden darse muchas y variadas circunstancias que hay que tratarlas con mucha cautela y precaución, para no hace más daño al que lo sufre. Por tanto una de las principales preocupaciones de los padres y profesores es la detección del mismo, puesto que es de vital importancia descubrirlo cuanto antes porque el acosador, que se auto considera más fuerte, consigue intimidar al otro y, puede causarle daños psicológicos y sociales severos. Por consiguiente, podemos centrar nuestra atención en algunos de los siguientes signos, que puedan vaticinar que nuestro hijo está padeciendo de bullying, tales como:

  • El niño presenta cambios en su estado anímico muy bruscos y, no siempre, con motivos aparentes.
  • Presenta miedo a ir a la escuela e intentar poner todas las excusas y trabas posibles para ir. Tampoco desea participar en actividades extraescolares, ni relacionarse con niños del entorno escolar, y cada vez que se tiene que enfrentar a esas situaciones le generan unos comportamientos disruptivos.
  • Su rendimiento escolar se ve afectado, además, no quiere hablar sobre su día a día, ni de la escuela y, reduce su calidad de vida.
  • Es un niño con unos hábitos de juego solitario y no desea jugar con niños de su clase, prefiere hacerlo con los de otras clases.

Los distintos profesionales conocen de manera muy clara los perfiles diferenciadores del acosador y de los acosados, por lo que hay que conocer la personalidad de cada niño, para predecir si nuestro hijo tiene posibilidades de ser acosador o acosado. Los perfiles de cada uno de los involucrados en el maltrato infantil son:

  • El acosador, requiere tener el control del acosado para sentirse importante, reconocido y poderoso. No dispone grandes habilidades sociales, además suele tener problemas de violencia en su entorno cercano, ni tiene capacidad de autocrítica, empatía, comprensión moral, sensibilidad y, manipula la realidad.
  • El acosado, es sumiso, posee una baja autoestima, es una persona insegura, con miedos, no tiene capacidad para defenderse por sí mismo, excesivamente apegada a su familia, con muy poca autonomía y, también es habitual que presente alguna diferencia en cuanto a religión, costumbre, físicas, vestimenta, etc. con sus compañeros.

Finalmente, mencionar que en la mayoría de los casos de bullying infantil son los propios afectados quienes no identifican esas señales y, lo que se debe trabajar es para que el acosado no sufra daños psicológicos, sociales, ni de autoestima.